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«LA TELEVISIÓN PRONTO LLEGARÁ…»

Por Paco March / Imagen: @rolloid.app

… “Yo te cantaré y tu me verás”. Allá por 1948 Lolita Garrido popularizó –por la radio, claro– un estribillo que anunciaba alegrías para la España aún en una postguerra interminable y ese mismo año se instaló una cámara (de RCA) y un operador en Vista Alegre para retransmitir en directo la corrida (Rafael Ortega “Gallito», “El Andaluz” y Manolo Escudero en el cartel) que un selecto grupo de aficionados, previo pago de entrada, podría ver en el Círculo de Bellas Artes. Pena fue que un problema técnico al poco del inicio lo impidió.

Ya en 1956 tal premonición empezó a hacerse realidad con las emisiones, para una cobertura de 70 kilómetros, desde Prado del Rey (la primera de ellas, 28 octubre, festividad de Cristo Rey, resultó un desastre técnico) que, eso sí, sólo unos pocos podían ver en aquellos televisores comprados a golpe de letras de cambio. En Madrid sólo se habían vendido 600 aparatos.

Pero sí, llegó la televisión –en blanco y negro– y, con ella, la Carta de Ajuste, series norteamericanas (Perry Mason; Rin Tin Tin; El Llanero Solitario; Ella, Él y Asta; Los Intocables; Bonanza…) dobladas al español de Puerto Rico y, también, ya a inicios de los 60, concursos y galas de producción propia, como aquellas de los lunes, que luego fueron los martes y después los sábados, con el cómico vienés Franz Joham al frente.

En 1964, TVE retransmitió por primera vez una corrida de toros en directo con la confirmación de alternativa de Manuel Benítez “El Cordobés” como gran reclamo. Cinco años antes, un Real Madrid & Barcelona en directo, fue el inicio del fútbol en la televisión única y española. Del pan y toros zarzuelero, al fútbol y toros.

Casi sesenta años después en ello seguimos, eso sí, con todas las sofisticaciones técnicas imaginables y un amplio abanico de operadores televisivos y de dispositivos para satisfacer la demanda. Si de toros hablamos, la salida –si nos dejan– de la pandemia deja por el camino destrozos no sólo económicos, al tiempo que abre interrogantes en los que la Fiesta se juega el futuro. Y la televisión juega un papel relevante.

La renuncia de claro tinte político de RTVE a dar cobertura a los toros apenas paliado por “Tendido Cero” y el abandono de las teles privadas que sólo se ocupan de los toros para mal después de exprimirlos en la eclosión de los 90, se compensa en parte por la apuesta de las cadenas autonómicas, con excepciones tan clamorosas como la televisión valenciana y asumido que lo de Catalunya no tiene arreglo.

En enero de 1997, el Grupo Prisa lanzó Canal Satélite Digital y Telefónica (con RTVE) Vía Digital. Ambas plataformas de pago tuvieron en los toros y el fútbol uno de sus banderines de enganche para captar abonados y tras numerosos encuentros, desencuentros y litigios, se fusionaron –o, mejor, hubo absorción de la primera sobre la segunda– seis años más tarde dando paso a Digital +. En 2011, previo acuerdo con Telefónica, pasa a ser Canal+ y ya en 2015 el Movistar + que hoy conocemos y ofrece una amplísima parrilla de opciones. Entre ellas, los toros a través de Canal Toros, heredero de Canal + Toros y del anterior a través de Vía Digital.

Canal Toros y sus predecesores no sólo han llevado las ferias y principales festejos de cada temporada (100, 80, 70…) a sus abonados (también a quienes siguen las retransmisiones con pata de palo y parche en el ojo) sino que han contribuido de forma relevante a su propia supervivencia, más aún en el desierto provocado por la crisis del covid. Lo ha hecho además con grandes profesionales y colaboradores y con un despliegue de medios técnicos que marcan la diferencia.

Cuando escribo esto planea la certeza, auspiciada por la declaraciones del propio empresario de Las Ventas que ha cifrado la oferta en 5 millones de euros por año, de que la temporada taurina de Madrid se entrega a una plataforma que emitiría en streaming y bajo demanda (se habla, incluso, de poder pagar por sólo ver tal o cual faena de muleta) con el nombre de OneToros, adaptación del original de OneFootball, con sede en Alemania y que retransmite ligas de fútbol tan atractivas como la austriaca, la suiza o la uruguaya… En unos días, quizá horas, se desvelará el asunto.

Un asunto que abre toda una serie de interrogantes, entre ellos, dos especialmente: la capacidad de medios técnicos para acometer la empresa y las características de los posibles abondos. En la cuestión técnica no hace falta ser un especialista para intuir que la complejidad logística y el coste económico que supone retransmitir un festejo taurino es de gran magnitud y, por supuesto, no admite improvisación. La temporada está ahí, y Las Fallas (que, dicen, también iría en el pack) a poco de un mes vista.

Otro de los interrogantes es la capacidad de adaptación de los aficionados –o improbable público curioso– a esa nueva manera de ver toros. No se trata de invocar al Espíritu Santo, ese que –Paula díxit– no se aparece por televisión cuando se torea, pero sí resulta evidente que la contemplación de una corrida de toros no es lo mismo por una pantalla de televisor, de esas cada vez más grandes, que a través del ordenador, la tablet o, no te digo ya, el móvil. Más aún cuando el target potencial de público, por edad y costumbres, es el que es: aficionados en un notable porcentaje poco duchos en el manejo de dispositivos como los antes citados.

En espera de cómo acabe todo, no deja de sorprender e inquietar lo que el señor Rafael Garrido, responsable de Plaza 1 con Simón Casas, contesta a la pregunta de Zabala de la Serna en El Mundo sobre el consumo de alcohol en Las Ventas y su influencia en el propio desarrollo del festejo: “Después de la pandemia la gente bebe el triple. La gente ha salido desbocada”. Así, sin despeinarse.

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