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MÉXICO, ENTRE VELCRO Y CADÁVERES

(OPINIÓN)

Por Paco March

Hace más de tres décadas el periodista, crítico taurino y caricaturista catalán Fernando Vinyes escribió un maravilloso libro: “México, diez veces llanto”. Vinyes viajaba a menudo a México, daba cuenta de su temporada taurina en los medios españoles y, sobre todo, fue un enamorado del país azteca. En el libro narra diez episodios taurinos trágicos en distintas plazas mexicanas pero, aun así, hay en él una luminosidad positiva. Ahora, México es tinieblas.

Azotado por la violencia institucional, parapolicial, el Narco, los Cárteles, las bandas criminales… México, sus gobernantes, y los grupos y lobbies autoproclamados de “defensa de los animales” han aprobado, de momento en la Asamblea Legislativa de la antes Ciudad de México y ahora CDMX, una reforma para convertir las corridas en “Espectáculo taurino libre de violencia”. Es decir, corridas sin sangre, eufemismo que no engaña a nadie pues supone el fin de la tauromaquia. Para ello desarrollarán un nuevo Reglamento Taurino (sic) para todos los espectáculos en que el toro sea protagonista, desde las corridas a los festejos populares, pasando -claro- por las novilladas, rejones, becerradas…

En ese Reglamento ad hoc, el animal no humano, el toro, o sea, llevará los cuernos “enfundados” –en velcro tal vez, para evitar herir al torero y se prohíbe la muerte del animal antes, durante o después de la lidia y “el uso de lanzas -así llaman a la vara de picar-, banderillas y espadas en el ruedo”. Por su parte, los toreros -ya no habrá matadores, total qué- sólo podrán utilizar capote y muleta. Para redondear la faena, el evento tendrá una duración máxima de treinta minutos (menos mal que Ponce, consentido de la afición mexicana, ha dicho adiós…). Al acabar la lidia (sic) el toro regresará a la dehesa… y el Mundo será mejor.

Dicen los promotores de la vergüenza que con ello “acaban con la violencia hacia animales no humanos”, mientras olvidan acabar con “la violencia hacia animales humanos”. Resulta que la criminalidad “sobre los animales humanos” alcanza en México cifras, oficiales y oficiosas, difícilmente digeribles. Sin ir más lejos, hace apenas tres días se descubrió en el estado de Jalisco un “rancho de la muerte” , campo de exterminio con centenares de cadáveres sin identificar. Como otros tantos repartidos por todo el territorio nacional, en el que las cifras de desparecidos compiten en número con, por ejemplo, las dictaduras argentina y chilena, Videla y Pinochet al frente.

Todo esto se da, además, con la izquierda –el partido Morena- gobernando tanto en la capital como en la Nación. De hecho, a la nueva Ley se la conoce como “Ley Brugada” pues su principal promotora y publicista es Clara Brugada, alcaldesa de la capital. Por su parte la Presidenta del Gobierno, Claudia Sheinbaum, heredera del omnipotente López Obrador, ha mostrado en repetidas ocasiones que como “protectora de los animales” está a favor del dislate ahora convertido en Ley.

Durante la mañana de ayer, 18 de marzo, a las puertas del Congreso capitalino y mientras en su interior , por sesenta y un votos a favor y uno en contra -¡torero!, ¡torero!, habría que gritar al héroe- se cometía la infamia (Cataluña, hace ya trece años, fue pionera), a las puertas se manifestaban grupos de aficionados y profesionales taurinos y en la acera de enfrente, los de los “derechos de animales no humanos” insultaban y celebraban a sus anchas. Nada nuevo, aquí y allí.

Cabe sin embargo mencionar que el declive taurino en México, más aún en la capital, ha sido el caldo de cultivo idóneo para este desenlace fatal. La que es la plaza de toros con mayor cabida del Mundo ha sufrido una gestión empresarial que, salvando todas las distancias además de la geográfica, recuerda mucho a la de algunas plazas españolas, con la de Barcelona a la cabeza, por historia, trascendencia y resultado final.

En La México sólo he estado una vez, enero de 2016, mano a mano José Tomás-Joselito Adame y a plaza llena, cincuenta mil espectadores. Impresionante. Pero también inquietante, tanto el desarrollo del festejo y las reacciones, incomprensibles a veces, del público como, ahí está el detalle, la presentación de los toros. Añádase a ello que el propio empresario del coso emprendió desde días antes una campaña de desprestigio contra, precisamente, quien era el faro absoluto del festejo, un José Tomás que recibió por parte de la mayoría del público un trato desabrido cuando no hostil, que dejaba en el limbo su condición de ídolo de la afición mexicana, esa que en Aguascalientes no dudó en dar su sangre para salvarle la vida.

En festejos televisados, en las crónicas taurinas, se ha podido ver y leer que la progresiva deserción de aficionados en la México ha tenido en el toro, en ese toro de presencia escasa, pitones lo mismo y casta no digamos, el principal motivo. Lo mismo en otros cosos del territorio. Y eso, claro, ha dado mayor impulso a quienes el “animal no humano” es la excusa pero no el motivo de su cruzada. En efecto, un buenismo de tres al cuarto trufado con derechos animales y evolución de la sociedad son las claves idóneas para sus intereses económicos  -la principal fuente de financiación llega de Suiza, con la Fundación Franz Webber- y políticos, en los que lo identitario- el anti colonialismo español allí, el independentismo aquí- también juega su papel.

En España, mirando a México, hay motivos para la inquietud, con la toma en consideración por el Congreso de Diputados de la ILP de setecientas mil firmas auspiciada por primos hermanos de los triunfantes en México y con el mismo propósito, como proclaman sus eslóganes “Misión abolición”, “No es nuestra cultura”. Tomen nota.

En México, años cincuenta, se rodó “Torero”, una de las más relevantes películas de toros, con el torero mexicano Luis Procuna como protagonista y dirigida por el español exiliado Carlos Velo, discípulo de Luis Buñuel. En los cines españoles esta ahora esa “Tardes de soledad” del catalán Albert Serra que, más allá de premios, ha activado a lo grande la presencia de la tauromaquia en la sociedad y los medios.

En soledad se suceden las tardes en la Monumental de Barcelona como a partir de ahora en la México.

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