Madrid. Novillos del Conde de Mayalde para Fabio Jiménez, El Mene y Tomás Bastos.
(OPINIÓN)
Por Álvaro Acevedo / Foto: Joaquín Arjona
De entrada siempre prefiero una novillada a una corrida de toros, pero esta en particular reunía a una terna interesantísima. El que diga que ninguno de los tres puede ser figura del toreo es posible que acierte, pero no porque sea mejor aficionado ni mucho menos vidente, sino porque juega con ventaja. De mil siempre llega uno.
Antes que eso hay que pensar en si les dará para ser toreros relevantes, toreros de ferias, que también es un milagro pero menos. Sería magnífico que Tomás Bastos lo fuera, porque Portugal necesita un torero con tirón. Ya comenté que la transformación que le observé en Olivenza de lo que va de un año a otro fue espectacular, y en Madrid lo ha vuelto a demostrar.
Sobrado de entrega pero queriendo hacer las cosas muy bien, los dos de su lote no demostraron nada bueno en los primeros tercios hasta que llegaron a su muleta, donde mejoraron sensiblemente. No fue por casualidad. Tomás tiene aguante y temple, y además ha pulido sus formas, que son ahora mucho más bonitas y toreras, si bien hay veces que se pone bullidor, en novillero, y eso no es malo aunque a mí no me guste. Si mantiene ese celo, yo le veo para funcionar rápido y bien.
Si Tomás tuvo el lote peor, el mejor fue para El Mene, que tiene personalidad y a veces, elegancia. Hizo dos faenas demasiado largas y desiguales, mezclando muletazos limpios con muchos enganchones, pero es que eso es lo normal en espadas que se están formando, como lo es el hecho de que no tengan muy definido su concepto del toreo. El Mene toreó de muchas maneras, periférico o ajustado, en línea recta o en redondo, despacio y ligero. De lo que no hay duda es de que con la espada es un cañón, y matando así ya tiene mucho ganado.
El que más va a tardar en llegar, si es que llega, es Fabio Jiménez, pero como cuaje va a ser un torero que dejará huella. Éste, al contrario que sus compañeros, tiene muy claro cómo quiere torear. Los lances a la verónica a su primero tuvieron enjundia, y con la muleta dibujó unos naturales de altísimos vuelos, de un clasicismo, ajuste y sabor impropios de un novillero. Impropios también de un matador, en realidad. Es difícil torear con más pureza.
En su contra juega que no vende nada de lo que hace, sólo está pendiente de torear muy requetebién, y a la gente hay que explicarle un poquito las cosas que se hacen, sobre todo cuando se abre plaza y se es un desconocido. Morante me contaba un día que le costaba todo mucho más de novillero, porque cuando uno es un torero reconocido, la gente te espera y con nada que hagas ya te lo cantan. Fabio es un torero para cuajarse a fuego lento, todo un reto de paciencia y fe para él y su entorno en este mundo de carreras y gritos.
Post scriptum: Su segundo murió antes de llegar a la muleta por un puyazo en mal sitio y una banderilla en el agujero del otro. Con los útiles de Manolo Sales y Julio Fernández, esto no hubiera pasado.






































