(OPINIÓN)
Por Paco March
Hoy lunes el cineasta bañolí -de Bañolas, provincia de Gerona- Albert Serra presenta su Tardes de soledad en el Festival de San Sebastián y PACMA pide su exclusión del mismo, aunque me temo que habrá más voces que clamen por ello. Cultura de la cancelación lo llaman.
Las películas de Albert Serra, premiadas en grandes Festivales, cuentan con un público fiel que, como ha ocurrido con Pacifiction, su trabajo anterior, va en aumento pero sin por ello abandonar el sambenito de autor de culto. Ocurre ahora que Tardes de soledad, con la tauromaquia, el artista (el torero) y el toro por medio, ya provoca reacciones sin haberla visto y se barrunta que estas irán a más una vez llegue a las salas.
Hace tres años, cuando la película era sólo un proyecto sin título, Serra anticipó: “Va a ser la mejor película de toros que jamás se haya hecho”. La verdad es que visto lo visto en la historia del cine, las películas de o sobre toros tampoco van muy allá -dando la razón a Díaz Yanes- y, a mi subjetivo juicio, tan solo la mexicana Torero (también, desde otros parámetros, la casi clandestina Brau Blau) aporta una visión de la tauromaquia a la altura de las circunstancias. Así las cosas, las expectativas están abiertas.
De momento sabemos que del que iba a ser dúo protagonista, Roca Rey y Pablo Aguado, a los que Serra y su equipo siguieron durante una temporada en distintos ruedos y también en momentos tan íntimos como el de vestirse de luces en la habitación del hotel, el sevillano ha desaparecido en el proceso de montaje, algo de lo que el cartel que anuncia la película ya da cuenta pues en él solo aparece el rostro ensangrentado del diestro peruano. Un afiche, por cierto, muy ilustrativo y que tal vez adelanta por donde va a ir la cosa.
Porque a Serra, una persona discreta y de trato afable, le va la marcha. En una reciente conversación desarrollada ya en la fase final del montaje de la película y publicada en Letras Libres con el profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla, Vïctor J. Vázquez (protagonista de la antes citada El Brau Blau) Albert Serra decía: “El producto provocativo es una obra que se justifica porque tiene la capacidad suficiente para, de entrada, provocar un rechazo. Y aquí hay que distinguir, puede ver artistas que quieren ser provocativos pero son incapaces de que su obra lo sea. Ello es así porque si se es provocativo de verdad tiene que ser en detrimento de uno mismo, aquí está la clave”.
Y con respecto a Tardes de soledad, explicaba: “Tenía que hacer un documental, instado por la Pompeu Fabra. Pero no me apetecía hacer una cosa, digamos burguesa, porque soy consciente de que sólo dan material para un buen documental sociedades más extremas que la nuestra. Y es ahí cuando pensé que la única cosa tensa, con misterio, que no está en ningún otro sitio sino aquí, son los toros y que un director de cine tiene que saber estar en el momento adecuado. Los toros son una encrucijada, un punto de inflexión, no sólo en la controversia sobre el animalismo, sino en el debate sobre el arte. Se da también la circunstancia de que para hacer cine con los toros se debe tener también un buen entendimiento del montaje, que es clave en mi cine. Me he dedicado a descubrir en el montaje, sin ningún apriorismo, qué imágenes son buenas o malas. Este ejercicio, la verdad, es que si no lo hacía yo no creo que nadie pudiera hacerlo. Nadie podía hacer una película de toros como la que yo hago”.
Ahora Tardes de soledad que -Serra díxit- y contra el mantra habitual del sufrimiento del toro se centra en el sufrimiento del torero, llega al Festival donostiarra, cuya Gala inaugural contó con la presencia, entre otros y otras, del Ministro de Cultura Ernesrt Urtasun y la Vicepresidenta del Gobierno y Ministra de Trabajo Yolanda Díaz. Paradójico que tanto quien debe velar por la protección y difusión de todos los ámbitos de la Cultura, la Tauromaquia en ella, como la máxima responsable de los derechos de trabajadores y trabajadoras, antepongan su militancia antitaurina a las obligaciones que les son propias del cargo. El uno no sólo suprimiendo el Premio Nacional a la Tauromaquia (pecata minuta) sino como portavoz de facto de la ILP abolicionista que va a llegar al Congreso; y la otra con episodios como la negativa, en plena crisis de los primeros meses del Covid, a que los profesionales taurinos percibieran las ayudas económicas que por cese de actividad y según marcaba las disposiciones del mismísimo Ministerio del que es titular, les correspondía.
Albert Serra llega a San Sebastián con su película de toros bajo el brazo y, de ahí, esperemos, a las salas de la geografía española, también la internacional (que lo tienen entre sus preferidos). ¡Suerte maestro!