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AQUEL 16 DE DICIEMBRE DE 1927 EN SEVILLA

Por Paco March

Convocados por Ignacio Sánchez Mejías y con el tercer centenario de la muerte de Luis de Góngora como reclamo, los días 16 y 17 de diciembre de 1927 llegó a Sevilla un grupo de escritores y poetas. Diez de ellos, el grupo fundacional, se fotografió en el Ateneo sevillano, ya a altas horas de la noche del día 16 y ésa es la imagen que ilustra el nacimiento de una generación literaria, la Generación del 27, que tendría enorme importancia e influencia tanto en la cultura española como en la latinoamericana, un grupo literario fundamental en la renovación de la poesía en España y relevo de la Generación del 98. Entre ambas, además, un factor diferencial: siendo la del 98 abiertamente antitaurina, la del 27, ya desde quien fue su impulsor, el torero multidisciplinario Ignacio Sánchez Mejías, contaba entre sus miembros con destacados intelectuales no sólo aficionados taurinos, sino que hicieron de la tauromaquia fuente de inspiración de muchas de sus obras, con El Llanto lorquiano como hito.

En la citada fotografía, atribuida a Pepín Bello (de inabarcable vida, amigo de Lorca, Alberti, Dalí, Buñuel o el propio Sánchez Mejías) aparecen entre otros los mencionados Alberti , García Lorca, Jorge Guillén, José Bergamín, Dámaso Alonso y Gerardo Diego, que junto a León Felipe, Moreno Villa, Emilio Prados, Pedro Salinas, Pedro Garfias, Max Aub o el mismísimo Miguel Hernández (alguno de ellos como pertenecientes a lo que se dio en llamar “segunda Generación del 27”), unieron compromiso artístico renovador y compromiso político progresista, con el toreo en ambos. Por eso, también, José Bergamín siempre prefirió que se hablase de Generación de la República y no del 27.

Un generación no solo literaria a la que la cultura española debe obras fundamentales que la enriquecen y enaltecen y en las que, decíamos, la fiesta de los toros brilla con luz propia. En los planes de educación de las distintas autonomías que componen la Piel de Toro (la Pell de Brau del poeta catalán Salvador Espriu), me temo –y me gustaría errar– la Generación del 27, de citarse, se hace obviando o relativizando la relevancia de lo taurino en ella. Craso error.

Del Ministerio de Cultura, bajo fundada sospecha de antitaurinismo, poco se puede esperar para, aunque sólo sea vía redes sociales, dedique un recuerdo en estos días a conmemorar aquel 16 de diciembre de 1927 en Sevilla. Por eso lo traigo aquí, como homenaje a una generación de españoles a los que la Cultura –con mayúsculas– debe tributo permanente.

Una generación que cantaba a la vida y la libertad y la tauromaquia era el nexo de unión entre muchos de ellos. Una generación que interpretaba la vida como prólogo de la muerte porque –Sánchez Mejías dixit– “el toreo es la representación dramática de la vida sobre la muerte”. Una generación de la que Max Aub dijo: “Nuestra generación da la cara por la tauromaquia sin confundirla con eso que llaman Fiesta Nacional”.

Desde la cultura y la libertad. Por el toreo.

 

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