(OPINIÓN)
Por Álvaro Acevedo
Yo veo a España partida en dos como resultado de una forma de hacer política basada en la división y el sectarismo, graneros de votos que requieren menos esfuerzo que ponerse a crear un marco socioeconómico adecuado, en el que la gente pueda vivir sin la censura de las supertacañonas y, muy importante, sea capaz de llegar a fin de mes.
Es más fácil la demagogia que el talento, y un puñado de irresponsables han sustituido la razón por el garrote mientras politizan cualquier actividad: el fútbol, los toros, el lenguaje, la publicidad, el sexo, la comida, la violencia, las catástrofes naturales y hasta el apareamiento del escarabajo pelotero si hace falta. Es todo nauseabundo.
Pablo Iglesias pedía hace poco la cabeza de un locutor de televisión porque el pobre hombre había aludido a las bromas que le gastaron en las redes sociales, cuando en un partido del Mundial dijo que los marroquíes «robaban y salían corriendo a toda velocidad». El mismo Pablo Iglesias que vomitó sobre una periodista que «la azotaría hasta que sangre», sin que por ello tuviera siquiera el aseo de dimitir de su cargo público, cuando daba lecciones de moralidad y honradez desde su atalaya obrera, por aquel entonces todavía lejos de su mansión en Galapagar.
Pero nada comparado con la caza de brujas a la que se ha visto sometido el nuevo seleccionador nacional, Luis de la Fuente. El de antes por lo visto era rojo y/o independentista porque no ponía a los del Real de Madrid, pero éste nuevo es mucho peor. Como le gustan los toros, hay que echarlo de su puesto antes de que empiece su andadura por sádico y por facha, ha concluido la manada de esquizofrénicos del animalismo más demencial.
Finetwork ha mostrado su repulsa al vídeo con el que Luis de la Fuente, en el mes de marzo, apoyaba a Emilio de Justo antes de su encerrona en Madrid, de manera que los taurinos ya sabemos qué compañía telefónica no debemos elegir, siguiendo el modus operandi del bando enemigo. No, hombre, si os gusta el servicio que da Finetwork apuntaros sin dudarlo, pero si yo fuera Emilio de Justo le brindaría a Luis de la Fuente el primer toro de mi regreso en Las Ventas. ¿Se atreverá el riojano a volver a una plaza de toros con esta recua de desocupados prestos al acoso en las redes?
Ayer cenaba con unos amigos en Sevilla y un tipo muy desagradable nos miraba con cara de asco porque hablábamos de toros; mientras que otro señor, dueño de un restaurante del Aljarafe y gran partidario de Paco Camino, ha tenido que meter dos cabezas de toros disecadas en un reservado, porque en el salón principal había recibido las quejas de algún cliente.
Cada uno de nosotros podrá contar decenas de anécdotas de este tipo. Tenemos al enemigo en los medios de comunicación, en las redes sociales, en la vida cotidiana y en una buena parte de la clase política. Aspiran a la desaparición del toreo y, por ende, del toro de lidia, con las secuelas económicas y medioambientales que ello supondría. Detrás y casi a la vez, la caza y la pesca. Y luego, los deportes con animales, otras manifestaciones populares como romerías y peregrinaciones, la ingesta de carne y pescado, y hasta el gaseamiento de las cucarachas sintientes. Si cae la primera pieza, que somos nosotros, esta cacería no tendrá fin.
Hay que revolverse cada vez que esta tropa de indocumentados nos levante la voz y convencer a la gente para que pierda el miedo y la vergüenza de decir que son aficionados a la tauromaquia. O sea, cuando nos miren mal hay que hablar más alto de cómo torea Morante; hay que poner las cabezas disecadas en su lugar de siempre; y hay que llevar a los toros a Luis de la Fuente, y si es posible que le acompañe Vicente del Bosque. El único Mundial que tenemos lo ganó un seleccionador taurino.