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‘DEJÀ VU’ ANTITAURINO EN EL PARLAMENT

(OPINIÓN)

Por Paco March

En 2009 la llamada Plataforma Prou!, alentada por determinadas fuerzas políticas catalanas y patrocinada por más de un centenar de entidades, entre ellas AnimaNaturalis y PACMA, promovieron una ILP contra las corridas de toros en Cataluña que, previa recogida de 180.000 firmas, fue llevada a discusión al Parlament en la comisión creada al respecto, donde abolicionistas y defensores de la tauromaquia expusieron sus argumentos, con mayor o menor fortuna y rigor. La posterior votación plenaria, 28 de julio de 2010, aprobó la prohibición de la corridas de toros (los correbous no, “el animal no muere” fue la excusa, y se blindaron un par de meses después) y ´3sta entró en vigor el 1 de enero de 2012.

Luis Mª Gibert, por entonces Presidente de la Federación de Entidades Taurinas de Catalunya, lideró –con tintes quijostescos– la respuesta en forma de otra ILP para proclamar la Tauromaquia como Bien de Interés Cultural que recogió medio millón de firmas en toda España y que, noviembre de 2013, acabó en el Congreso de los Diputados con la declaración del toreo como Patrimonio Cultural Inmaterial, lo que suponía el blindaje de la Fiesta. Sin embargo, y pese al fallo del Tribunal Constitucional de 20 de octubre de 2016 que, en virtud de ello, derogaba la prohibición taurina catalana por invadir competencias, los toros en la plaza son –de momento– pasado en Cataluña.

No así los correbous, salvados de la prohibición de 2010 apelando a la tradición (ésa que si de corridas de toros se trata sólo significa rémora arcaica) pero que tienen un componente identitario y un rédito electoralista indiscutible, por su arraigo en las Tierras del Ebro principalmente.

Los correbous se amnistiaron de la prohibición en su momento, pero en 2020, casi con los mismos nombres y apoyos, también económicos (la poderosa Fundación Franz Weber) se creó Prou Correbous! que empezó su labor de zapa tanto entre los grupos políticos como en los medios de comunicación, con el objetivo de acabar con distintas modalidades de los correbous: el bou embolat (toro embolado) y el bou capllaçat (toro enmaromado). También incluían el bou a la mar (toro al mar) pero se dieron cuenta que tal modalidad ya no se daba en los pueblos catalanes.

Y así hasta hoy, 25 de octubre de 2023, en que el Parlament ha sometido a debate y votación la enmienda a la totalidad presentada por el Partido Popular y VOX a la proposición de Ley de EnComu Podem y la CUP que respalda el argumentario de Prou Correbous! Trece años después, en los escaños caras conocidas de cuando entonces, también en los pasillos y en la zona de prensa e invitados, no todas con gesto amigable.

Se suceden las intervenciones de los representantes de cada grupo, que defienden el sentido de su voto desde distintos parámetros y desigual credibilidad y/o brillantez. Un diputado de la CUP y la presidenta del Grupo Parlamentario de los Comunes, Jessica Albiach, han abierto el debate con la habitual retahíla de tópicos en los que el llamado bienestar animal es la coartada. Así, por ejemplo, Albiach ha repetido el (falso) mantra de las resoluciones de Naciones Unidas e instituciones europeas sobre protección de la infancia.

El PSC, ERC y JUNTS no se oponen a la tramitación de la propuesta pero lo hacen desde la abstención como grupos, defendiendo que estamos ante un debate necesario en el que bienestar animal y tradición deben buscar un equilibrio que no siempre se da. Pese a ello, tanto desde Esquerra como de los herederos de Convergencia ha habido votos en uno u otro sentido por razones diversas.

Por su parte Partido Popular y VOX, firmantes de la enmienda , y también lo que queda de Ciudadanos, han justificado la misma atendiendo tanto a la jurisprudencia –el fallo del TC– como a la tradición taurina en Cataluña, en cualquiera de sus formas.

Se abre ahora un periodo que puede ser largo en el tiempo (las elecciones catalanas, si no hay anticipo, serán a inicios de 2025 y ese es también un factor a tener en cuenta) y en la comisión ad hoc unos y otros añadirán motivos a la respectiva causa, aunque el juego político tendrá la última palabra.

Lo dicho, todo, incluso las caras pese a la huella del tiempo en ellas, un aburrido dejà vu.

 

 

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