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UN BRINDIS CADUCA ANTES QUE UN YOGUR

(OPINIÓN)

Por Álvaro Acevedo / Foto: José Luis Cárdenas

Guillermo García Pulido había cortado una oreja en Las Ventas en el mes de mayo pero pese a ello ni tenía apoderado, ni le quería apoderar nadie, así que se fue a buscar a José Blanco, un hombre que sí dio el paso adelante que no dieron otros. El acuerdo profesional se selló con el clásico -y fatídico- apretón de manos, ese gran error cuando de por medio hay un torero. Los metemos a todos y que se salve el que pueda.

En la primera novillada juntos, también en Madrid, Guillermo le brindó una de sus faenas porque había sido «la única persona del toreo que ha confiado en mí», un detalle que hablaba bien del chaval, a falta de que sus actos corroboraran aquellas palabras, no se las fuese a llevar el viento llegado el siempre inestable otoño… El balance final de estos meses juntos no puede considerarse negativo, precisamente. García Pulido toreó siempre por su sitio desde un punto de vista económico, se anunció con divisas de garantías, fue a las principales ciclos de novilladas y triunfó con gran regularidad. Le vi en Villaseca de la Sagra y me pareció un gran muletero, confirmando esta impresión en la Feria de Otoño de Madrid, en la que me entusiasmó su toreo al natural.

Quizá pusiera su granito de arena en todo esto José Blanco, que apostó por él sin ningún tipo de fisuras pero no de boquilla, sino con hechos consumados. Para apuntalar la puesta a punto que el joven no pudo tener en invierno, le regaló un buen número de toros para que los matara a puerta cerrada en ganaderías de altísimo prestigio; y entendiendo la carrera de Guillermo como una apuesta a largo plazo,  evitó firmarle más contratos en sitios donde él consideró que no se daban las condiciones idóneas para que García Pulido creciera profesionalmente. Iba a decir que el señor Blanco no pensó en acumular más comisiones en concepto de apoderamiento pero sería absurdo: de las que Guillermo toreó, tampoco quiso coger un solo euro, siquiera para compensar los gastos originados.

Terminado el año se ha conocido la ruptura entre ambos, que en realidad ha sido de manera unilateral de Guillermo con respecto a José Blanco. No iba a perder el tiempo en el caso, pues no es más que el enésimo capítulo de desagradecimientos de un torero, el que sea, al hombre que confió en él cuando más lo necesitaba. Sin embargo, he visto esta mañana una pequeña entrevista en la que García Pulido hace balance de su temporada, y ni siquiera hace referencia a la ruptura con su apoderado, supongo que para evitar tener que nombrarlo. Literalmente, como si no hubiese existido. Cuatro meses después, el brindis del novillero agradecido al «único hombre del toreo que confió en mí» es ya prehistoria.

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