(OBITUARIO)
Por Álvaro Acevedo / Foto: Maurice Berho
Las bolsas de sus ojos soportaban el peso de la vida, que para Antonio Escobar (Écija, 29/01/1935 – Lanzarote, 1/03/2024) fue una aventura interminable, librando mil batallas que narraba con la pasión de los vencedores, aunque siempre terminara perdiéndolas. Ante ustedes, un hombre que se levantó de cada golpe con la furia desbordada, con los sueños intactos. El prototipo del verdadero héroe anónimo.
Su historia hubiese merecido una película que arrancara en el calabozo de la Maestranza, donde acabó a puñetazos con el otro espontáneo de la tarde, a la postre su cuñado Ramón Andrades, el hermano de la bella Mercedes; una novela que contara cómo llegó a codearse con los más grandes artistas de Hollywood; un relato corto del día en el que Antonio Ordóñez lo retiró del toreo; una serie de sus pulsos como escudero de Pepe Luis Vargas frente a los más poderosos empresarios del momento, a veces carentes de piedad.
Como un caballero de otro tiempo, se avalanzó con la espada de su verdad contra aquel sistema implacable, contra aquella trituradora de ilusiones, mano a mano con su torero artista arrojado a los leones. Era la desigual lucha del romántico frente al mercader, la utopía de un juglar clamando ante molinos de viento. De todos los apoderados que he conocido, fue Antonio Escobar el último y maravilloso Quijote.
Esta mañana, en un supermercado del Aljarafe, un aficionado viejo me ha recordado las tertulias que hacíamos en una televisión local de Sevilla, cuando su sabiduría y su pasión hacían de cada pensamiento una sentencia implacable. De cada frase, un golpe de gracia mitigado con el acento suave de Sevilla.
Como dejó huella parece que fue ayer, pero no hay más que mirar las fotos para comprobar que el tiempo avanza deprisa. Al llegar a casa, su hijo Ramón me ha escrito contándome su muerte, y me he dado cuenta de que se ha marchado con el libro de su locura inédito. Mi padre le debe estar esperando en algún sitio, impaciente por encontrar un compañero de tertulia con el que arreglar el toreo.
Hoy ha ganado nuestro Sevilla, Antonio.