(LIBROS)
Por Paco March
Se cumplen en estos días, coincidiendo con La Mercè, doce años de la última corrida de toros en La Monumental de Barcelona, fruto de la prohibición emanada del Parlament, años más tarde revocada por el Tribunal Constitucional pero sin que, de momento -ese de momento de Balañá que se eterniza- haya servido para (re) abrir La Monumental al toreo.
Pese a todo y un cierto olvido de quienes no deberían olvidar, la afición catalana no sólo resiste sino que lo hace activamente desde la Federación que agrupa a las entidades taurinas y sus actividades culturales y festivas y, claro, la Escuela Taurina que dirige el matador catalán Enrique Guillén y cuya labor da frutos en un puñado de jóvenes que torean allá donde pueden, fuera de las (imaginarias) fronteras catalanas. O, si se da la ocasión, en su propia tierra, como Alba Caro en Cardona hace unos días.
Si decir Tauromaquia es decir Cultura, no extraña, aunque sí resulta paradójico, que en este tiempo sin actividad estrictamente taurina y ya desde antes de que la política y la dejación empresarial llevaran a la tropelía inquisidora, una editorial catalana fuera la más prolífica en publicar libros de temática taurina.
Editorial Bellaterra, que de ella se trata, llevó a las librerías de toda España (en las catalanas costaba) obras de Francis Wolff, Carlos Abella, Martínez de León, F.Zumbiehl, Jacques Durand… un catálogo que sumó más de medio centenar de títulos, hasta que, por circunstancias diversas, dejó la colección, que llevaba un nombre tan poco eufemístico como El Muletazo.
Pero, decíamos, la actividad cultural/taurina no decae y para el próximo lunes 2 de octubre se anuncia una nueva cita. La joven -por reciente andadura- editorial andaluza El Paseíllo desembarcará en un céntrico hotel de Barcelona con sus seis libros seis ya editados, en lo que es sólo el inicio de una apuesta que augura grandes alegrías, esperemos que también para sus promotores. Seis obras tan diversas en su temática y tratamiento como también lo es la personalidad y currículum de sus autores, una ecléctica combinación de conocimientos, estilos literarios, sensibilidades…
Ahí están Zabala de la Serna, Robert Ryan, Andrés Amorós, González Viñas, Eduardo Osborne y Federico Arnás, en seis obras que en fondo y forma se alejan de los parámetros y estereotipos habituales en la tan extensa bibliografía taurina. Y que todo ello se dé en Barcelona, antaño ciudad archivo de cortesía -según El Quijote- y que políticamente y (mejor no engañarnos) socialmente tiene proscrita la tauromaquia, supone un plus añadido, diría que hasta subversivo. Y contracultural.