(OPINIÓN)
Por Paco March
El debate en la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados para, a propuesta del PP, restituir -o algo así- la Medalla que el Ministro Urtasun decidió retirar a la Tauromaquia, ha sido el enésimo ejemplo de grosera manipulación (a favor o en contra, tan da que da lo mismo), cinismo y estulticia de sus graciosas señorías, con el toreo como víctima. El nivel de las intervenciones, reiterando argumentos (sic) que por repetidos e insustanciales nada aportan resulta siempre sonrojante y el resultado de la votación está cantado de antemano.
En el caso que nos ocupa sí sorprende, pero poco, el voto contrario del grupo socialista pues hace sólo un par de meses se abstuvo en similar circunstancia. Pero un personaje llamado Gerardo Pisarello, de Sumar, riza el rizo de la incompetencia y llega al ridículo. Lo malo es que no sólo ha sido hoy y a cuenta de la tauromaquia pues tal sujeto, ya conocido en Cataluña y ahora sufrido en Madrid, es ejemplo máximo de la degradación del espacio ideológico de la autoproclamada izquierda.
De Pisarello lo mejor que se puede decir es, precisamente, lo que tantos utilizan casi como insulto: es argentino. Lo demás, su recorrido político, sus intervenciones públicas, su negligencia y cinismo (que no ha impedido que ocupara puestos de relevancia, tanto en el Ayuntamiento de Barcelona como ahora el Congreso de los Diputados) retratan a un personaje siniestro con ínfulas mesiánicas.
Así, en su intervención en la citada comisión parlamentaria, una inenarrable sarta de despropósitos en las que la -para él y los suyos- inequívoca asociación del franquismo con la fiesta de los toros resume todas las maldades de ésta. Sería hasta gracioso, por repetido y absurdo, pero me temo que tal aberración tiene su público y a ello colaboran » los del otro lado», los «defensores de la tauromaquia» con su ardor patriótico, sus himnos y sus gritos.
Ha sido un día triste para la tauromaquia y no sólo por lo aquí citado sino sobre todo por la ignominia ocurrida en la colombiana Duitama donde los bárbaros han derribado el monumento a un grande del toreo y de Colombia, César Rincón, como si fuera la estatua de Ceaucescu.
Ya lo decía Aute: el mundo se divide en dos, los taurinos y los marcianos. Me temo que siguen llegando platillos volantes…
2 comentarios. Dejar nuevo
Un tanto fuera de lugar decir que los políticos que defienden la tauromaquia colaboran con asociar la tauromaquia al franquismo, no?
Un argumento manido pues se desconoce que la Tauromaquia y las fiestas de toros cuentan con más de dos siglos de historia, lo cual situa al que ello indica que es un indocumentado cuando menos