(LIBROS)
Por Paco March
Este 2024 que ya escucha el tintineo cascabelero de las mulillas se han cumplido siete décadas de la publicación -en Ediciones Destino- de la primera edición de “Historia del toreo”, obra magna de Néstor Luján que ahora El Paseíllo reedita a lo grande.
Néstor Luján, nacido en Mataró en 1922 y fallecido en Barcelona en 1995, fue un bon vivant que trabajó mucho. Su legado tangible pasa por la literatura y el periodismo pero su huella en enorme en la cultura española. Desde su primer artículo en 1943 en la revista Destino (de la que fue director), en la que siguió colaborando durante más de tres décadas y también, entre otras y por mucho tiempo en La Vanguardia, Luján escribió más de veinte mil artículos, de gastronomía, deportes y tauromaquia sobre todo y ya con 64 años debutó como novelista. Y en toda esa obra ingente compaginaba la bondad con el sarcasmo desde un bagaje intelectual forjado tanto en la curiosidad permanente como en la gran biblioteca de su domicilio, siempre abierto a los amigos y la conversación.
“La Historia del toreo” de Luján (con el añadido ahora de “Tauromaquia”, texto poco conocido) no es un libro de toros más en la extensa bibliografía taurina porque la trasciende para llevarla, desde la erudición y la afición del autor, a territorios inexplorados en los que combinan, como en el mejor de los guisos -¡la gastronomía, otra de sus pasiones!- la pasión, el análisis, la historia, el entusiasmo, la crítica… hasta componer un mosaico en que el lector -sea o no aficionado- encuentra argumentos, preguntas, respuestas, o simplemente transita con deleite por una prosa tan sugerente como precisa en la que cada capítulo, cada epígrafe, son la estructura sobre la que se sostiene el monumento, es decir, la obra.
Si la gastronomía y la tauromaquia fueron dos de las grandes de pasiones de un hombre grande y apasionado como Néstor Luján, lo que esta “Historia del toreo” que ahora se reedita de la mano de David González Romero y Fernando González Viñas ( dos González dos a los que habrá que sacar a hombros, digo yo) lleva al lector es a una degustación placentera de genuinas delicatessen taurinas que, para mejor provecho y deleite, recomiendo consumir a pequeños bocados, página a página, capítulo a capítulo, recreándose en la suerte. Y alargar el placer.
